La inmensa mayoría de los emigrantes se desplazan dentro de su propio país. El segundo grupo en número es el de quienes atraviesan las fronteras nacionales dentro del mundo en desarrollo, y un parte relativamente pequeña del total de emigrantes tienen como destino los países desarrollados. Aunque proporcionalmente son los menos, el número de los que vienen al mundo desarrollado es considerable, y va en aumento.
Entre las personas particularmente afectadas, se encuentran los más vulnerables de los extranjeros: los emigrantes indocumentados, los refugiados, los que buscan asilo, los desplazados a causa de continuos conflictos violentos en muchas partes del mundo, y las víctimas - en su mayoría mujeres y niños - del terrible crimen del tráfico humano. Aún en el pasado reciente hemos sido testigos de trágicos episodios de desplazamientos forzados de personas por motivos étnicos y ambiciones nacionalistas, que han sumado indecibles sufrimientos a la vida de grupos elegidos como blancos. A la raíz de estas situaciones hay intenciones y acciones pecaminosas, que son contrarias al Evangelio y constituyen una llamada a los cristianos en todos los lugares a vencer el mal con el bien.
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