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Peter, inmigrante senegalés de "casi 18 años", estaba en Zapadores cuando CEAR(Comisión Española de Ayuda al Refugiado) entró en el centro. Fue una suerte; la visita le salvó. Cuando llegaron los abogados de la organización humanitaria para inspeccionar las instalaciones no se fiaba demasiado de ellos. "Creía que eran policías", contó ayer, invitado por la organización. Al principio no colaboró demasiado, pero poco a poco, a medida que se fue soltando, los miembros de CEAR se dieron cuenta de que cumplía las condiciones para solicitar asilo, algo que ni siquiera sabía lo que significaba y de lo que nadie le había informado.
El Gobierno aceptó tramitar su solicitud y Peter salió a la calle. Fue la primera buena noticia que recibió en tres años desde que, con apenas 15, dejara su casa, su madre y su hermana "por seguridad".
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