
Si nos valemos de nuestro sentido común, el menos común de los sentidos, comprobamos que las democracias liberales tienen más capacidad para elevar el nivel de vida de sus respectivos países que, y los siempre presentes, aquellos regímenes comunistas y dictatoriales que aún pululan por nuestro Globo Terráqueo.
Siempre es bueno que seamos leales a nuestras tradiciones y valores heredados, aunque introduzcamos nuevas maneras y modos del pensamiento para ir, poco a poco, regenerando nuestras vidas e ideales. Eso sí, con respeto y complacencia para con los demás.
Bueno sería que no hubiesen más conflictos armados, que rompen los cimientos de convivencia y respeto entre los pueblos de buena voluntad: son muchos los muertos que siembran los campos, son muchas las cruces negras clavas en tierra firme, de hombres/mujeres desconocidos/as, son muchos los cuerpos mutilados en piernas y brazos, –sin las dos piernas o sin los dos brazos– que se multiplican por esos mundos de Dios.
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